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domingo, 25 de septiembre de 2016

CONGRESO HELÉNICO INTERNACIONAL NOSTOS 2016






ESTIMADOS SRES Y SRAS.


LOS INVITAMOS A PARTICIPAR DE LAS JORNADAS DEL VII CONGRESO HELÉNICO INTERNACIONAL NOSTOS QUE SE DESARROLLARÁN EN LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE BUENOS AIRES, LOS DÍAS 28, 29 Y 30 DE SETIEMBRE DE 17 A 21 HS.

EL CONGRESO, CUENTA CON EL AUSPICIO DE

LA EMBAJADA DE GRECIA EN ARGENTINA,

LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

EL CONSEJO DE PLANEAMIENTO ESTRATÉGICO DEL GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

LA SOCIEDAD ARGENTINA DE ESCRITORES , Y

LA SOCIEDAD INTERNACIONAL DE AMIGOS DE NIKOS KAZANTZAKIS



LES ENVIAMOS EL CONTENIDO DEL PROGRAMA Y FLYER

ESPERAMOS CONTAR CON SUS GRATAS PRESENCIAS

VII CONGRESO HELENICO INTERNACIONAL NOSTOS- LEMA 2016

"PRESENCIA E INFLUENCIA DEL PENSAMIENTO HELÉNICO EN LAS ARTES Y LAS CIENCIAS DE OCCIDENTE"

PROGRAMA DE ACTIVIDADES


MIÉRCOLES 28 DE SETIEMBRE 2016

17.00 hs ACREDITACIÓN

18 hs. ACTO INAUGURAL: Palabras de bienvenida a cargo de

S.E. EMBAJADOR DE GRECIA EN ARGENTINA DR. DIMITRIS ZEVELAKIS, SECRETARIO DE RELACIONES ACADÉMICAS INTERNACIONALES, LIC. LUIS PÉREZ VAN MORLEGAN, DRA CRISTINA TSARDIKOS, Presidente de la Asociación Cultural Helénica Nostos y Dr. JORGE ALBERTO GIORNO, Subsecretario de la UCPE del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

18.20 hs. ZULEMA ZARPAS

“Poesía Contemporánea Griega. Borges y Grecia”

18.50 hs. DR. ALBERTO RUBIO ( Facultad de Ciencias Económicas UNLM)

“Tensiones del Presente. Lecciones del Pasado. Del oikos a la economia global”

19.40 hs. DR. MARCOS BREUER (CAPODISTRIACA UNIVERSIDAD DE ATENAS)

“La filosofía griega en la obra de Jorge Luis Borges”

20.20 hs. Lic. CECILIA MELELLA Y Lic. PABLO SAMBUCETTI (Facultad de Ciencias Sociales UBA)

“Por qué Sócrates elige morir. Sobre la obediencia política en el Critón de Platón"

20.50 hs. Dr. RAÚL LAVALLE ( Universidad Católica Argentina, Universidad de Morón)

“Paseos por la Odisea”


JUEVES 29 DE SETIEMBRE 2016

17.30 hs. LIC. JONATHAN GEORGALIS Y Lic. PAULA TARANCÓN ( FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS UBA)

“Heráclito: La guerra, el logos y los ríos de fuego”

18 hs. INSTITUTO GRIEGO ATENÁGORAS 1 – Prof. SOFÍA ANTONOGLOU , LOS DOCENTES: María Galati, Dante Fritzler , Adriana Bazas y Karina Budzvicky, y los ALUMNOS: Lucas Lisa, Trinidad Labella, Ernesto Piccolo, (5tos años), Albor, Amato y Fernández (1ero Naturales), Gómez Martí, Méndez, Varela (1ero. Informática), Cecilia Montoya y Tomás Rey (2 do Naturales).

Desarrollaràn las siguientes temáticas:

“Reflexión sobre el tiempo en la Mitología Griega."

"Teatro y Expresión del alma humana"

"La aventura de la vida: encuentro intergeneracional a partir del relato de los Argonautas"

19 hs “FUEGO GRIEGO EN AGUAS SUDAMERICANAS. LOS GRIEGOS DE LA INDEPENDENCIA”

HOMENAJE A PEDRO SAMUEL SPIRO Y A NICOLÁS JORGE COLMANIATIS " Sr. Villamayor Revythis Delegado del Instituto Nacional Browniano Representacion Lanús

19.20 hs. Prof. MARÍA CRISTINA MORALES

“La mitología griega como contenido en los niveles inicial y primaria”

20.00 Lic. LIDIA SIFONIOS ( UNQ)

“Hacia una exégesis de la Obra de Arte. El caso de la cultura cicládica”

20.40 hs. DR. FERNANDO MARTÍNEZ NESPRAL (UB)

“El viaje a Grecia en el arte Occidental”


VIERNES 30 DE SETIEMBRE 2016

17.30 hs. LIC. BEATRIZ GARIGLIO ( UBA)

“Una práctica femenina y democrática””

18.10 hs. Prof. ROSA ORTEGA ( UNNE)

“Analisis geográfico de los griegos”

19 hs. DR. ANTONIO LAS HERAS (Sociedad Científica Argentina, AJA)

“Presencia Helénica en la obra de Carl Jung”

19.40 hs. Dra. CRISTINA TSARDIKOS ( UBA, SIANK)

“ Kazantzakis y Borges. El otro yo de Kazantzakis "

20 hs. LIC. PATRICIA LLAMAS ( UBA)

“Zorba, Pasión y Danza: El personaje de Nikos Kazantzakis y su proyección mítica”

20.30 Hs. Lic. LUCÍA DANIEL ( UBA)

“La felicidad en épocas de crisis. El mensaje que aun transmite Delfos a Occidente”


DECLARADO DE INTERÉS POR EL CONSEJO DE PLANEAMIENTO ESTRATÉGICO DEL GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

REALIZADO EN EL MARCO DE COOPERACIÓN ACADÉMICA VIGENTE ENTRE LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS DE LA UBA Y LA CULTURAL HELÉNICA NOSTOS

CERTIFICACIÓN DE ASISTENCIA

ENTRADA LIBRE Y GRATUITA PREVIA INSCRIPCIÓN POR MAIL A NOSTOSARGENTINA@GMAIL.COM


Asociación Cultural Helénica Nostos

Centro Cultural Nostos: Juncal 2481/85 C.A.B.A.
Teléfonos : 4639-4765 / 4343-4713 / 4826-2777
www.nostos.org.ar
facebook: nostos.argentina
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BUENOS AIRES
ARGENTINA

domingo, 11 de septiembre de 2016

Aportes de los griegos al mundo

1. Aristóteles.

Es uno de los más grandes filósofos de la antigüedad y acaso de la historia de la filosofía occidental. Fue creador de la lógica, precursor de la anatomía y la biología y un creador de la taxonomía. Está considerado (junto a Platón) como el determinante de gran parte del corpum de creencias centrales del Pensamiento Occidental como del hombre corriente (aquello que hoy denominamos "sentido común" del hombre occidental), pruebas de ello son la Lógica y el principio de "no contradicción", hoy sabemos que Aristóteles inaguró toda una nueva visión del mundo

2. Platón.

Filósofo griego, alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles, de familia nobilísima y de la más alta aristocracia. Platón (junto a Aristóteles) es quién determinó gran parte del corpum de creencias centrales tanto del Pensamiento Occidental como del hombre corriente y pruebas de ello son la noción de "Verdad" y la división entre "doxa" y "episteme", hoy sabemos que Platón combatió y popularizó o demostró una serie de ideas enfrentadas a filósofos Presocráticos y a las de los Sofistas (muy populares en la antigua Grecia). Su influencia como autor y sistematizador ha sido incalculable en toda la historia de la filosofía, de la que se ha dicho con frecuencia que alcanzó identidad como disciplina gracias a sus trabajos. Entre sus obras más importantes se cuentan los Diálogos y La República (en griego Πολιτεια, politeia, "forma de gobernar - ciudad"), en la cual elabora la filosofía política de un estado ideal; el Fedro, en el que desarrolla una compleja e influyente teoría psicológica; el Timeo, un influyente ensayo de cosmología racional influida por las matemáticas pitagóricas; y el Teeteto, el primer estudio conocido sobre filosofía de la ciencia.
Fue fundador de la Academia de Atenas, donde estudió Aristóteles. Participó activamente en la enseñanza de la Academia y escribió sobre diversos temas filosóficos, especialmente los que trataban de la política, ética, metafísica y epistemología. Las obras más famosas de Platón fueron sus diálogos. Si bien varios epigramas y cartas también han perdurado.
Los diálogos de Platón tienen gran vitalidad y frecuentemente incluyen humor e ironía. Por su método expositivo se considera a Platón el filósofo más ameno.
A Sócrates lo menciona frecuentemente en los diálogos. Cuánto del contenido y de los argumentos es obra de Sócrates o de Platón, es difícil decir, por cuanto Sócrates no dejó evidencia escrita de sus enseñanzas; esta ambigüedad es la que se conoce como el “problema socrático”. No hay duda, sin embargo, que Platón fue influido profundamente por las enseñanzas de Sócrates; de hecho sus primeras ideas y ensayos lucen como adaptaciones de las de Sócrates


3. Sócrates.

Filósofo considerado como uno de los más grandes tanto de la filosofía occidental como universal y como precursor de Platón y Aristóteles, siendo los tres representantes fundamentales de la filosofía griega.
Fue el verdadero iniciador de la filosofía en cuanto que le dio su objetivo primordial de ser la ciencia que busca en el interior del ser humano. El método de Sócrates era dialéctico: después de plantear una proposición analizaba las preguntas y respuestas suscitadas por la misma. Sócrates describió el alma como aquello en virtud de lo cual se nos califica de sabios o de locos, buenos o malos, una combinación de inteligencia y carácter.
Tuvo gran influencia en el pensamiento occidental, a través de la obra de su discípulo Platón.
Creía en la superioridad de la discusión sobre la escritura y, por lo tanto, pasó la mayor parte de su vida de adulto en los mercados y plazas públicas de Atenas, iniciando diálogos y discusiones con todo aquel que quisiera escucharle, y a quienes solía responder mediante preguntas. Privilegió un método al cual denominó mayéutica, es decir, lograr que el interlocutor descubra sus propias verdades.
Fue obediente con las leyes de Atenas, pero evitaba la política. Creía que podría servir mejor a su país dedicándose a la filosofía. No escribió ningún libro ni tampoco fundó una escuela regular de filosofía. Todo lo que se sabe con certeza sobre sus enseñanzas se extrae de la obra de Platón, que atribuyó sus propias ideas a su maestro. Platón describió a Sócrates escondiéndose detrás de una irónica profesión de ignorancia, conocida como ironía socrática, con gran ingenio y agudeza mental.
La base de sus enseñanzas y lo que inculcó, fue la creencia en una comprensión objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud y el conocimiento de uno mismo. Creía que todo vicio es el resultado de la ignorancia y que ninguna persona desea el mal; a su vez, la virtud es conocimiento y aquellos que conocen el bien, actuarán de manera justa. Su lógica hizo hincapié en la discusión racional y la búsqueda de definiciones generales. En este sentido influyó en sus discípulo Platón y, a través de él, en Aristóteles

4. Pitágoras.

Filósofo y matemático, famoso sobre todo por el Teorema de Pitágoras, que en realidad pertenece a la escuela pitagórica y no sólo al mismo Pitágoras. Afirmaba que todo es matemáticas, y estudió y clasificó los números.
A su escuela de pensamiento se la conocía como los pitagóricos y afirmaban que la estructura del universo era aritmética y geométrica. Políticamente apoyaron el partido dórico, obteniendo grandes cuotas de poder hasta el Siglo V, en el que fueron perseguidos y donde muchos de sus miembros murieron. La hermandad estaba dividida en dos partes: Los estudiantes y los oyentes. Los estudiantes aprendían las enseñanzas matemáticas, religiosas y filosóficas directamente de su fundador, mientras que los oyentes se limitaban a ver el modo de comportarse de los pitagóricos.
Pitágoras pasa por ser el introductor de pesos y medidas, y elaborador de la teoría musical; el primero en hablar de "teoría" y de "filósofos", en postular el vacío, en canalizar el fervor religioso en fervor intelectual, en usar la definición y en considerar que el universo es una obra sólo descifrable a través de las matemáticas. Fueron los pitagóricos los primeros en sostener la forma esférica de la tierra y postular que esta, el sol y el resto de los planetas conocidos, no se encontraban en el centro del universo, sino que giraban en torno a una fuerza simbolizada por el número uno

5. Arquímedes.

Matemático y geómetra griego, considerado el más notable científico y matemático de la antigüedad, es recordado por el Principio de Arquímedes y por sus aportes a la cuadratura del círculo, el estudio de la palanca, el tornillo de Arquímedes, la espiral de Arquímedes y otros aportes a la matemática, la ingeniería y la geometría.
Aunque probablemente su contribución científica más conocida sea el principio de la hidrostática que lleva su nombre, el Principio de Arquímedes, no fueron menos notables sus disquisiciones acerca de la cuadratura del círculo, el descubrimiento de la relación aproximada entre la circunferencia y su diámetro, relación que se designa hoy día con la letra griega π (pi)






6. Alejandro Magno.

Rey de Macedonia desde 336 a. C. hasta su muerte. Es considerado uno de los líderes militares más importantes de la Historia, por su conquista del Imperio Aqueménida.
Tras la unificación de múltiples ciudades-estado de la antigua Grecia bajo el dominio de su padre, Filipo II de Macedonia (tarea que el hijo tuvo que repetir dos veces a causa de la rebelión de los griegos del sur tras la muerte de Filipo), Alejandro conquistó el Imperio Persa, incluyendo Anatolia, Siria, Fenicia, Judea, Gaza, Egipto, Bactriana y Mesopotamia, y amplió las fronteras de su propio imperio hasta la región del Punjab. Antes de su muerte, Alejandro había hecho planes para girar hacia el oeste y conquistar Europa. También quería continuar la marcha hacia el este para encontrar el fin del mundo, ya que su tutor durante su niñez, Aristóteles, le había contado historias sobre el lugar donde la Tierra acababa y empezaba el Gran Mar Exterior. Alejandro integró extranjeros en su ejército y administración, lo que ha sido definido como una «política de fusión». Favoreció el matrimonio entre miembros de su ejército y extranjeras, y lo practicó él mismo. Tras doce años de campañas militares continuas, Alejandro murió, posiblemente de malaria, fiebre tifoidea o encefalitis vírica.
Alejandro ha persistido en la historia y mitos tanto de la cultura griega como de las no griegas. Tras su muerte (e incluso durante su vida) sus conquistas inspiraron una tradición literaria en la que aparece como un héroe legendario, en la tradición de Aquiles. También es mencionado en el libro zoroástrico de Arda Viraf como «el maldito Alejandro», por la conquista del Imperio y la destrucción de su capital, Persépolis

7. Homero.

Poeta y rapsoda griego antiguo al que tradicionalmente se le atribuye la autoría de las principales poesías épicas griegas — la Ilíada y la Odisea—. Desde el período helenístico se ha cuestionado si el autor de ambas obras épicas fue la misma persona; sin embargo, anteriormente no sólo no existían estas dudas sino que la Ilíada y la Odisea eran considerados relatos históricos reales.
No cabe duda que es el pilar sobre el que se apoya la épica grecolatina y, por ende, la literatura occidental.
Además de la Ilíada y la Odisea, a Homero se le atribuyeron otros poemas, como la épica menor cómica Batracomiomaquia (‘La guerra de las ranas y los ratones’), el corpus de los himnos homéricos, y varias otras obras perdidas o fragmentarias tales como Margites. Algunos autores antiguos le atribuían el Ciclo épico completo, que incluía más poemas sobre la Guerra de Troya así como epopeyas que narraban la vida de Edipo y guerras entre argivos y tebanos.
Los historiadores modernos, sin embargo, suelen estar de acuerdo en que la Batracomiomaquia, el Margites, los himnos homéricos y los poemas cíclicos son posteriores a la Ilíada y la Odisea

8. Tales de Mileto.

Fue el iniciador de la indagación racional sobre el universo. Se le considera el primer filósofo de la historia, y el fundador de la escuela jonia de filosofía, según el testimonio de Aristóteles. Fue el primero y más famoso de los Siete Sabios de Grecia (el sabio astrónomo) y tuvo como discípulo y protegido a Pitágoras. Es aparte uno de los más grandes astrónomos y matemáticos de su época, a tal punto que era una lectura obligatoria para cualquier matemático en la Edad Media y contemporánea. Sus estudios abarcaron profundamente el área de la Geometría, Álgebra lineal, Geometría del espacio y algunas ramas de la Física, tales como la Estática, Dinámica y Óptica. Su vida está envuelta en un halo de leyenda. Fue el primer filósofo jónico.
Quizá la anécdota más conocida de Tales es aquella que nos refiere Heródoto, cuando predijo a los jónicos el año en que sucedería un eclipse solar (quizá llevada a cabo gracias al sistema babilónico), hacia el año 585 a. C. Se le atribuye el haber realizado la medición de las pirámides, mediante las sombras que proyectan cuando éstas son de la misma medida que nosotros mismos. Fue el primero en haber hecho una explicación científica de un eclipse. También se dice que fue el primero en dividir al año en estaciones y en 365 días



9. Hipócrates.

Es citado tradicionalmente y, según algunos, con dudoso fundamento, como el padre de la medicina moderna occidental. Su importancia procede de sus aportes y también de haber fundado la escuela que lleva su nombre con recopilación de los conocimientos previos.
Dejó una obra compuesta por 70 escritos que fue recogida por sus discípulos en el Corpus hippocraticum.
Fue autor de Tratado del pronóstico y de Aforismos, entre otras obras. Padre indiscutido de la medicina moderna, su mérito fundamental fue el de desarrollar un sistema racional basado en la observación y la experiencia para el estudio de las enfermedades, cuyas causas atribuía a fenómenos naturales y no a intervenciones de los dioses o a fenómenos de tipo mágico-religioso.
Indudable genio de la medicina naturalista, se le atribuye el conocido Juramento Hipocrático

10. Mirón - discóbolo.

Gran escultor y broncista de mediados del siglo V a. C. y uno de los más conocidos autores del arte griego, cuyas aportaciones escultóricas supusieron la transición al periodo clásico.
El viajero Pausanias destacó esculturas de Mirón que permanecían in situ en el siglo II. Quionis, un vencedor olímpico del siglo VII de Esparta era conmemorado a través de un bronce idealizado, obra de Mirón.
Trabajó fundamentalmente con el bronce y aunque hizo algunas estatuas de dioses y héroes, su fama descansa principalmente en sus representaciones de atletas, en los que hizo una revolución, según los comentadores de la Antigüedad, al introducir una mayor audacia en la pose y un ritmo más perfecto, subordinando las partes al todo. La observación de Plinio de que las obras de Mirón eran más numerosas que las de Policleto y «más diligentes» parece sugerir que eran consideradas de proporciones más armoniosas y al mismo tiempo más convincentes en su realismo: diligentia denotaba «gran atención a los puntos delicados», una cualidad que, con moderación, era característica de las mejores obras de arte, según los críticos de la Antigüedad. Su gran mérito consistió en saber captar como nadie el movimiento. Sus obras más famosas se caracterizan por la representación fidedigna de las tensiones del cuerpo humano en movimiento, como se aprecia en su conocido Discóbolo, y el realismo en sus esculturas de hombres y animales.
Sus obras más famosas, según Plinio fueron una vaquilla, un perro, un Perseo, un sátiro admirando la flauta y Atenea, un Heracles, que se llevó al santuario que le dedicó Pompeyo el Grande en el Circo Máximo, el Discóbolo (el lanzador de disco), y un Apolo para Éfeso, «que Antonio el triunviro cogió a los Efesios, pero el Augusto deificado lo restauró después de haber sido advertido en un sueño». Los escritores del Alto Imperio Romano consecuentemente consideraron a Mirón entre los más grandes de los escultores griegos, un signo de que su reputación contemporánea había permanecido alta

11. Heródoto.

Historiador y geógrafo, se le considera el padre de la historiografía por su famosa obra Ἱστορίαι (historíai), literalmente ‘investigaciones, exploracion, escrita hacia el año 444 a. C. en Panhellen (colonia turia que ayudó a fundar). Historiae o Los nueve libros de historia es considerada una fuente importantísima por los historiadores debido a su gran veracidad, por ser la primera descripción del mundo antiguo a gran escala y ser a su vez la primera en prosa griega.
Desde el punto de vista geográfico, Heródoto dejó constancia de una ecúmene que se extendía desde Sudán a la Europa central y desde la India, en su límite oriental, hasta la Iberia en el occidental. Durante el siglo VI a. C. el control que los cartagineses tenían de sus rutas comerciales por el Mar Mediterráneo occidental y el estrecho de Gibraltar le impidió conocer fielmente esta parte del mundo y las costas atlánticas de Europa de primera mano, por lo que muchas de sus observaciones proceden de otras fuentes



12. Sófocles.

Poeta trágico, autor de obras como Antígona o Edipo Rey, se sitúa, junto con Esquilo y Eurípides, entre las figuras más destacadas de la tragedia griega. De toda su producción literaria sólo se conservan siete tragedias completas, las que son de importancia capital para el género.
A Sófocles se deben la introducción de un tercer actor en la escena, lo que daba mayor juego al diálogo, y el hecho de dotar de complejidad psicológica al héroe de la obra. En Antígona opone dos leyes: la de la ciudad y la de la sangre; Antígona quiere dar sepultura a su hermano muerto, que se había levantado contra la ciudad, ante la oposición del tirano Creonte, quien al negarle sepultura pretende dar ejemplo a la ciudad. La tensión del enfrentamiento mantiene en todo momento la complejidad y el equilibrio, y el destino trágico se abate sobre los dos, pues también a ambos corresponde la «hybris», pecado de soberbia (orgullo excesivo).
Edipo Rey es la más célebre de sus tragedias, y así Aristóteles la consideraba en su Poética como la más representativa y perfecta de las tragedias griegas, aquella en que el mecanismo catártico final alcanza su mejor clímax.
También es una inmejorable muestra de la llamada ironía trágica, por la que las expresiones de los protagonistas adquieren un sentido distinto del que ellos pretenden; así sucede con Edipo, empeñado en hallar al culpable de su desgracia y la de su ciudad, y abocado a descubrir que este culpable es él mismo, por haber transgredido, otra vez, la ley de la naturaleza y de la sangre al matar a su padre y yacer con su madre, aun a su pesar.
El enfrentamiento entre la ley humana y la ley natural es central en la obra de Sófocles, de la que probablemente sea cierto decir que representa la más equilibrada formulación de los conflictos culturales de fondo a los que daba salida la tragedia griega

13. Esopo.

Famoso escritor de fábulas del cual se sabe poco, se dice que provenía de Tracia; ya en la época clásica su figura real se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.
En algunos de los datos que se conservan se dice que Esopo fue un esclavo de la ciudad de Frigia, padeció una larga servidumbre en la isla de Samos y que viajó mucho con su amo, el filósofo Janto. Fue asesinado tras una acusación falsa de robo en Delfos

 




14. Safo.

No existen muchos datos sobre ella, y sólo se conocen algunos poemas y fragmentos extraídos de citas tardías y de papiros. El contenido amoroso de sus poemas propició toda clase de habladurías y rumores sobre su vida. Sus poemas se recitaban y conocían en la Atenas del s. V a. C. Más tarde, en Roma, los poetas latinos alaban sus poemas. Allí había bustos de la poetisa. Ha sido probablemente la poetisa más traducida y más imitada de la antigüedad clásica.
Safo y su compatriota Alceo son considerados los poetas más sobresalientes de la poesía lírica griega arcaica, de la que Terpandro y Arión son precedentes. Son, además, los únicos representantes de una producción literaria lesbia. De su obra, que al parecer constaba de nueve libros de extensión variada, se han conservado también ejemplos de lírica popular en algunos epitalamios, cantos nupciales -adaptaciones de canciones populares propias de los amigos del novio y de la novia que se improvisaban en las bodas. Estas canciones se diferenciaban del resto de sus poemas, más intimistas y cultos, para los cuales creó un ritmo propio y un metro nuevo, que pasó a denominarse la estrofa sáfica.
Safo habla en sus poemas de la pasión amorosa que se apodera del ser humano y se manifiesta en diversas formas, como los celos, el deseo o una intangible nostalgia. Ejemplo de esto se encuentra en el Himno en honor a Afrodita.
Su poesía sirvió de fuente de inspiración a poetas, como los latinos Catulo y Horacio


15. Parménides.

Filósofo griego, es considerado por muchos eruditos como el miembro más importante de la escuela eleática, e incluso de todos los Filósofos presocráticos. Platón, por medio de los personajes de sus diálogos, lo llama "el grande" (Sofista 237 a), "padre" (241 d), hace decir a Sócrates que Parménides es "venerable y temible a la vez, se me reveló en él una magnífica y muy poco frecuente profundidad de espíritu" (Teeteto 183 e). Aristóteles reconoce, en la Metafísica y en la Física que Parménides tiene una posición especial dentro de los primeros filósofos, y no le da el nombre de "fisiólogo" -como hace con el resto- puesto que su pensamiento torna imposible el saber acerca de la φυσις. Hegel dice de él: "Con Parménides comienza el filosofar auténtico; en él hay que ver el ascenso de lo idea" Heidegger ha reconocido la intelección de Parménides como el comienzo de la historia de la metafísica, esto es, el encubrimiento del principio de la metafísica. Según el filólogo Diels, autor de Die Fragmente der Vorsokratiker junto con Kranz, los fragmentos conservados de Parménides representan aproximadamente un 90% de su obra, hecho único en el conjunto de los pensadores llamados presocráticos. El juicio de la posteridad acerca de la importancia de su obra, a pesar de lo variado de las razones, es unánime: Parménides es una figura de primer orden en el panorama de la filosofía griega y de todo el pensamiento occidental

16. Pericles.

Fue un importante e influyente político y orador ateniense en los momentos de la edad de oro de la ciudad (en concreto, entre las guerras Médicas y las del Peloponeso). Fue el principal estratega de Grecia. Gran dirigente, un hombre honesto y virtuoso. Llamado el Olímpico, por su imponente voz, aunque algunos autores afirman que este sobrenombre le vino de un bulto que al parecer tenía en la parte superior de la cabeza, accidente de su parto, que se asemejaba al famoso monte.
Pericles tuvo tanta influencia en la sociedad ateniense que Tucídides, un historiador coetáneo, lo denominó como “el primer ciudadano de Atenas”. Pericles convirtió a la Confederación de Delos en el Imperio ateniense, y dirigió a sus compatriotas durante los primeros dos años de la Guerra del Peloponeso. El periodo en el que Pericles gobernó Atenas a veces es conocido como el “Siglo de Pericles”, aunque ese periodo a veces puede abarcar fechas tan recientes como de las Guerras Médicas o tan tardías como el siglo siguiente.
Pericles promocionó las artes y la literatura. Por esta razón Atenas tiene la reputación de haber sido el centro educacional y cultural de la Antigua Grecia. Comenzó un ambicioso proyecto que llevó a la construcción de la mayoría de las estructuras supervivientes en la Acrópolis de Atenas, incluyendo el Partenón, así como de otros monumentos como los Propileos. Su programa embelleció la ciudad y sirvió para exhibir su gloria, a la vez que dio empleo a muchos ciudadanos. Además, Pericles defendió hasta tal punto la democracia griega que algunos de sus críticos le consideran populista


17. Eurípides.

Es uno de los tres grandes poetas trágicos griegos antiguos, junto con Esquilo y Sófocles.
Se cree que escribió 92 tragedias, conocidas por los títulos o por fragmentos, pero se conservan sólo 19 de ellas, de las que una de ellas, Reso, se considera apócrifa. Su concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo a las crueldades de la guerra







18. Heráclito.

Filosofo griego, netamente aforístico. Su estilo remite a las sentencias del Oráculo de Delfos y reproduce la realidad ambigua y confusa que explica, usando el oxímoron y la antítesis para dar idea de la misma. Diógenes Laercio le atribuye un libro titulado Sobre la naturaleza, que estaba dividido en tres secciones: "Cosmológica", "Política" y "Teológica". No se posee mayor certeza sobre este libro. I. Bywater ha hecho un reacomodo de los fragmentos conforme a la indicación de Laercio, traducida al español por José Gaos. Agustín García Calvo reconstruye la posible estructura del libro en su edición de los fragmentos del mismo, titulada Razón común. Distingue tres apartados: Razón General, Razón Política y Razón Teológica.
Heráclito afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante. Que el ente deviene, que todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa.
Es común incluir a Heráclito entre los primeros filósofos físicos, que pensaban que el mundo procedía de un principio natural, y este error de clasificación se debe a que, para Heráclito, este principio es el fuego, lo cual no debe leerse en un sentido literal, pues es una metáfora como, a su vez, lo eran para Tales y Anaxímenes. El principio del fuego refiere al movimiento y cambio constante en el que se encuentra el mundo. Esta permanente movilidad se fundamenta en una estructura de contrarios. La contradicción está en el origen de todas las cosas

19. Esquilo.

Dramaturgo griego. Predecesor de Sófocles y Eurípides, es considerado como el creador de la tragedia griega.
El sufrimiento humano es el tema principal en el teatro esquileo, un sufrimiento que lleva al personaje al conocimiento (recordar la máxima del pathei mathos, el conocimiento a través del sufrimiento) y que no está reñido con una fuerte creencia en la justicia final de los dioses. En su producción el sufrimiento humano tiene siempre causa directa o indirecta en una acción malvada o insensata que conduce a la desgracia de los protagonistas pero que puede haber sido heredada por los mismos. Es fundamental, a este respecto, la fuerza del genos, de la herencia de la culpa y de los lazos de sangre, que provoca que las faltas de los antepasados sean heredadas por los protagonistas míticos actuales como ocurre con el enfrentamiento entre Atreo y Tiestes que empaña las existencias de Agamenón, Egisto y, más tarde, de Orestes. Por lo tanto, en ocasiones, se trata de víctimas indirectas que, a veces, incurren ellas mismas en una culpa mayor o menor, pero de las que muchas son completamente inocentes.
Un elemento clave en el teatro esquileo es la sustitución, en la escena final, de la persuasión en lugar del empleo de la violencia; como vemos en la Orestíada. Casi siempre, los dioses, son severos e implacables y los mortales se encuentran prisioneros, sin esperanza, pese a que puedan elegir cómo afrontar su propio destino. En sus últimas producciones, sobresale un concepto diferente de la divinidad, como ocurre en la Orestíada donde los dioses del Agamenón y de Coéforos se convierten en Euménides, en responsables y afectuosos protectores de los mortales que lo merecen.
Esquilo está muy interesado en la vida comunitaria de la polis y todas sus obras conservadas tienen aspectos visiblemente políticos. Parece ser un gran opositor de la democracia (en las suplicantes la decisión del rey se demora por culpa de la consulta popular, lo que supone un gran riesgo para la supervivencia de su pueblo), un mundo cuyos elementos aparecen por primera vez en Las suplicantes. En todos los dramas de Esquilo aparece el contraste entre el individuo potente y dedicado a sus intereses, así como al control del estado, y cuyos actos, frecuentemente irresponsables, amenazan con arruinarlo, y la comunidad, que debería tener el control de sí misma y cuyas acciones colectivas aseguran la salvación general


20. Aristófanes.

Vivió durante la Guerra del Peloponeso, época que coincide con el esplendor del imperio ateniense y su consecuente derrota a manos de Esparta. Sin embargo, también fue contemporáneo del resurgimiento de la hegemonía ateniense a comienzos del siglo IV a. C.
Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas (políticas, filosóficas, económicas y literarias) en la Atenas de aquella época.
Su postura conservadora le llevó a defender la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. Especialmente conocida es su animadversión hacia Sócrates, a quien en su comedia Las nubes lo presenta como un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes. En el terreno artístico tampoco se caracterizó por una actitud innovadora; consideraba el teatro de Eurípides como una degradación del teatro clásico


21. Fidias.

Fue el más famoso de los escultores de la Antigua Grecia, pintor y arquitecto, perteneciente al primer clasicismo griego. Fidias diseñó las estatuas de la diosa Atenea en la Acrópolis de Atenas (Atenea Partenos dentro del Partenón y Atenea Promacos) y la colosal estatua sentada de Zeus en Olimpia. Las obras atenienses fueron aparentemente encargo de Pericles en 447 a. C. Pericles usó el dinero de la Liga de Delos para pagar a Fidias su obra









22. Plutarco.

Historiador, biógrafo y ensayista griego. Realizó muchos viajes por el mundo mediterráneo, incluyendo uno a Egipto y dos viajes a Roma. Gracias a la capacidad económica de sus padres, Plutarco estudió filosofía, retórica y matemáticas en la Academia de Atenas.
Algunos de sus amigos fueron muy influyentes, incluyendo a Soscio Senecio y a Fundano, ambos importantes senadores y a los cuales dedicó algunos de sus últimos escritos. La mayor parte de su vida la pasó en Queronea, donde fue iniciado en los misterios del dios griego Apolo. Sin embargo, sus obligaciones como el mayor de los dos sacerdotes de Apolo en el Oráculo de Delfos (donde era el responsable de interpretar los augurios de la o las pitonisas del oráculo) ocupaban aparentemente una parte pequeña de su tiempo. Llevó una vida social y cívica muy activa, además de producir una gran cantidad de escritos, parte de los cuales aún existen.
Más moralista que filósofo e historiador, fue uno de los últimos grandes representantes del helenismo durante la segunda sofística, cuando ya tocaba a su fin, y uno de los grandes de la literatura helénica de todos los tiempos


23. Zenón de Citio.

Filosofo, discípulo de Crates de Tebas y de Estilpón de Mégara, comerciante, como lo fuera su padre, hasta los 42 años, momento en el que funda su escuela. Sus enseñanzas dieron lugar al nacimiento de la doctrina del estoicismo. Su pensamiento toma elementos de Heráclito y Platón, y algunos de Aristóteles, y combate sobre todo la escuela contrincante de su tiempo: la de Epicuro.
En el pórtico pintado de Atenas es donde acostumbraba a dar lecciones en público, y de aquí el nombre de su escuela. De sus escritos se conservan sólo fragmentos. Algunos sostienen que terminó voluntariamente con su vida en el año 246 a. C.
Zenón y sus discípulos Cleantes y sobre todo Crisipo, fueron los tres miembros principales del primer período del estoicismo.
Zenón, de forma similar al epicureismo, subdividío la filosofía en ética, física y lógica (y, al parecer, impulsó a sus seguidores a dominar la retórica). No obstante, subordinaba todas las partes intelectuales del estoicismo a la ética


24. Píndaro.

La obra de Píndaro se ha conservado en papiros de entre el siglo II a. C. hasta el II d. C. y en algunos manuscritos medievales que proceden de una selección efectuada en el siglo III. En total, han llegado hasta nosotros cuatro libros de epinicios que suman 45 odas y algunos fragmentos sueltos. Los epinicios son cantos corales compuestos en honor de los vencedores en alguno de los cuatro certámenes deportivos de los Juegos Panhelénicos que se cantaban al paso de los campeones. Las composiciones de Píndaro suelen utilizar la victoria deportiva como simple punto de partida para loar el valer personal del atleta: su triunfo refleja la victoria de lo Bello y lo Bueno sobre la mediocridad.
Además de epinicios, Píndaro compuso himnos, peanes, partenios, cantos al vino, trenos, etc.
El estilo de Píndaro es peculiar y difícil. Se caracteriza por proceder con la materia poética a saltos, estableciendo asociaciones bruscas e imprevistas entre diferentes elementos. El lenguaje, muy elevado, procede de una mezcla artificiosa de diferentes dialectos y se satura de elementos retóricos, en especial de imágenes. La dificultad de la obra pindárica es paradigmática. Si resultaba ya oscura para sus coetáneos, con posterioridad autores que van de Heródoto a Voltaire hablan de lo ininteligible de su poesía. Sin embargo, Goethe o Hölderlin lo erigieron en símbolo de la libertad del genio creado


25. Sexto empírico.

Médico y filósofo, sus escritos, están dirigidos en contra de la defensa dogmática de la pretensión de conocer la verdad absoluta, tanto en la moral como en las ciencias.
En sus Hypotiposys pirronicas define el escepticismo de la manera siguiente: «El escepticismo es la facultad de oponer de todas las maneras posibles los fenómenos y los noúmenos; y de ahí llegamos, por el equilibrio de las cosas y de las razones opuestas, primero a la suspensión del juicio y, después, a la indiferencia.
Defiende una posición relativista y fenomenista desde una posición escéptica antimetafísica y empirista. Según él, hay cosas, pero lo único que podemos saber y decir de ellas es de qué manera nos afectan, no lo que son en sí mismas. No obstante, su epokhé no es tan radical como la de Pirrón. Defiende también una ética del sentido común y, aunque como pirroniano acepta la indiferencia respecto de todas las soluciones morales, reivindica también la importancia de lo empírico, razón por la cual defiende que la vida práctica debe regirse por cuatro guías: la experiencia de la vida, las indicaciones que la naturaleza nos da a través de los sentidos, las necesidades del cuerpo y las reglas de las artes. Hace una crítica del silogismo, al que considera un círculo vicioso, y pone en entredicho la noción de signo, especialmente tal como lo entendían los estoicos. Critica la teología estoica señalando las contradicciones de la noción estoica de divinidad. Para los estoicos todo cuanto existe es corpóreo, por tanto, señala Sexto, también lo ha de ser la divinidad. Pero un cuerpo puede ser simple o compuesto. Si es compuesto puede descomponerse y, por tanto, es mortal. Si es simple, es uno de los elementos: tierra, aire, agua o fuego y, entonces, es inerte e inanimado. De ahí se sigue que la divinidad, o bien es mortal, o bien es inanimada, lo cual es, en ambos casos, absurdo. Además de este argumento, Sexto Empírico atacaba la noción de divinidad apelando a otros razonamientos. En todos ellos reforzaba la idea escéptica de la necesidad de la epokhé o suspensión del juicio. Además, atacó también la noción de causa


26. Epicuro.

Filósofo griego, fundador de la escuela a la que le dio el nombre de Los Jardines.
La filosofía de Epicuro puede ser claramente dividida en tres partes, la Canónica, que se ocupa de los criterios por los cuales llegamos a distinguir lo verdadero de lo falso, la Física, el estudio de la naturaleza, y la Ética, que supone la culminación del sistema y a la cual se subordinan las dos primeras partes.
La filosofía de Epicuro, en líneas generales, se caracteriza por situarse en el lado opuesto a la filosofía platónica: afirma que no hay más que una realidad, el mundo sensible, niega la inmortalidad del alma y afirma que ésta, al igual que todo lo demás, está formada por átomos, afirma el hedonismo en la teoría ética y como modo de vida y rechaza el interés por la política y, frente a la reestructuración de la sociedad que, afirmaba Platón, era el objetivo del filósofo, prefiere un estilo de vida sencillo y autosuficiente encaminado a la felicidad en el que la amistad juega un papel fundamental



27. Tucídides.

Historiador y militar ateniense.
Durante la Guerra del Peloponeso, fue nombrado estratega de la ciudad de Atenas, confiándosele el mando de una flota encargada de romper el asedio de Anfípolis, en Tracia. Fracasó en dicho intento y la ciudad cayó en manos del general espartano Brásidas, por lo que fue condenado al exilio 20 años. Este hecho le dio la oportunidad de obtener información bastante completa, procedente de los dos bandos en conflicto, que utilizó para la composición de la Historia de la Guerra del Peloponeso, en la que narra los acontecimientos ocurridos entre el año 431 a. C. y el 411 a. C. Volvió del exilio veinte años después, al terminar la guerra. Tucídides sería un modelo de historiador ideal pues tendrá que escribir desde el destierro. En cierto sentido su modo de escribir la historia será la antítesis de Heródoto, al que tildara de mero logógrafo. Propone un libro donde todo sea verdad, utiliza el término sygraphein (acta), contrato con el lector en el que garantiza la veracidad de lo narrado. La forma de escribir historia por tanto está basado en la autopsia, sólo lo que se ha visto se puede escribir.


28. Demóstenes.

Uno de los oradores más relevantes de la historia y un importante político ateniense.
Sus dotes de oratoria constituyen la última expresión significativa de las proezas intelectuales atenienses, y permiten el acceso a los detalles de la política y la cultura de la Antigua Grecia durante el siglo IV a. C. Demóstenes aprendió retórica mediante el estudio de los discursos de oradores anteriores. Pronunció sus primeros discursos judiciales a los veinte años de edad, cuando reclamó a sus tutores que le entregaran la totalidad de su herencia. Durante un tiempo, Demóstenes se ganó la vida como escritor profesional de discursos judiciales y como abogado, redactando textos para su uso en pleitos entre particulares.
Demóstenes se interesó por la política durante esa época, y fue en el 354 a. C. cuando dio sus primeros discursos políticos en público. Dedicó sus años de plenitud física e intelectual a oponerse a la expansión del reino de Macedonia. Idealizaba a su ciudad y luchaba por restaurar la supremacía ateniense y motivar a sus compatriotas para oponerse a Filipo II de Macedonia. Buscó preservar la libertad de Atenas y establecer una alianza contra Macedonia en un intento sin éxito de impedir los planes de Filipo de expandir su influencia hacia el sur, conquistando las ciudades-estado griegas. Dos años antes de la muerte de Filipo, Demóstenes tuvo un papel capital en el levantamiento de Atenas y Tebas contra el rey macedonio y su hijo, Alejandro III, en la batalla de Queronea, si bien sus esfuerzos no tuvieron éxito cuando la revuelta se encontró con una enérgica reacción macedonia. Más aún: para prevenir una revuelta similar contra su propio líder, el sucesor de Alejandro, el diádoco Antípatro, envió a sus hombres para que acabaran con Demóstenes. Demóstenes, sin embargo, se suicidó con el fin de evitar caer en manos de Arquias, confidente de Antípatro.




FUENTE: http://listas.20minutos.es/lista/los-griegos-y-sus-aportaciones-58436/
Autor: Erik Raúl






lunes, 5 de septiembre de 2016

APOLO, EL ARCO Y LA LIRA

Dyonisos y Apolo

Por Jerónimo Brignone - Junio de 2000

“¡Apolo fue, Apolo, amigos,
quien funestos, sí, funestos infortunios hizo míos, muy míos!”

(Edipo Rey, Sófocles)



Quisiera abordar un tema que me resultó sorprendente, de hecho racionalmente incomprensible, y que es el de la adjudicación característica a un mismo dios, Apolo, de dos objetos contrapuestos en su uso, el arco y la lira, y cuyo único parentesco pareciera darse, sugestivamente, en la similitud de sus componentes: un puente sólido y cuerda tensada. Quizás con el fin de esclarecerme algo al recorrer la bibliografía referente, o al mero reflexionar sobre el asunto. De más está decir que no encontré ninguna respuesta satisfactoria, fuera de haber desplegado para mí mismo algunos símbolos e ideas que naturalmente rodean a este tema, dando apenas una mayor solidez a la comprensión a medias con la que lo abordé inicialmente.

Quizás una primera explicación fuera la de las dos "etapas" o desarrollo histórico que se le supone al dios, comenzando por un origen asiático, más exactamente de Licia, al sur de Asia Menor (Britannica, 1971), evidenciado para algunos en su no presencia en los dioses mencionados en el lineal B micénico descifrado en 1952 (Parker, 1980); en su nombre no griego; en el apelativo "Letoides" (hijo de Leto, práctica -derivar del nombre materno- jamás llevada adelante por los griegos, y en cambio muy común en Asia y especialmente en Licia); en que peleó a favor de Troya en la Ilíada homérica, junto a Ares y Afrodita, otros dos dioses de claro origen asiático; en que, si bien la tradición más aceptada es la de su mítico nacimiento en la Delos egea, Licia es la otra patria que se disputaba su origen, y Leto, su madre, era proveniente de Asia Menor, su nombre probablemente derivado de "Lada" ("mujer", en el dialecto local); que su apelativo "Licio" apoya la tesis de ser Licia su cuna (las otras dos son la, según Alfonso Reyes, influida por la corriente antropológica totémica (Reyes, 1966), históricamente bastante superada, que lo asocia a "Lykos", "lobo", y su relación con su patronazgo sobre los rebaños, pastores, etc., y la otra, el significado alternativo de "Lykio", (Mavromataki, 1997) "luz del amanecer", es decir la claridad que irrumpe y deja atrás la noche); en que, pese a las probables raíces hititas y hasta babilónicas, también hay teorías de su origen nórdico (su ida anual al "País de los Hiperbóreos", la rubia complexión, y que el cisne, su animal, es más característicamente noreuropeo, recordando, dicho sea de paso, al Lohengrin wagneriano), sea de uno u otro modo, no griego; en su llegada posterior al santuario de Delfos, a él consagrado, tal como lo testimonia el mito de la muerte de Pitón y el supuesto previo culto a Gea; que la profecía extática -tal como la de la pitonisa de su santuario- se practicaba desde fecha muy antigua en la Asia occidental (Dodds, 1999), previa a la colonización jónica (se sabe de fenicios e hititas); en las diversas indicaciones de que fue adoptado por los dorios del Peloponeso recién alrededor del 1000 A.C.; etc.

De esta primera procedencia asiática parecieran venir sus características más cruentas y temibles: su voz retumba como el trueno y hace que la humanidad se estremezcla cuando él habla (Ramírez, 1987). Mortífero y terrible, ningun dios, fuera de su padre, fue tan temido, y ninguno tratado con tanto respeto por poetas y mitógonos (Britannica, 1971): sólo Zeus y su madre Leto podían soportar su presencia, así como es difícil mirar al sol, su principal emblema. Y así como el distante sol puede quemar con sus rayos, la distancia, la muerte, el terror y el dolor se unían en su arco simbólico, con el cual "el Poderoso de la Flecha" dio muerte en accesos de fría cólera vengativa y ayudado por su hermana gemela arquera Artemisa a su amada Coronis (la infiel madre de Asclepio), a los hijos de la imprudente Niobe por haber ésta osado compararse con él y su hermana en belleza, a la armada aquea y animales varios en el principio de "La Ilíada" por una afrenta a la hija de un sacerdote suyo (Homero, 1998), sin olvidar su tratamiento refinadamente cruel para con Casandra por no haber cumplido con su palabra (podía profetizar pero nadie podría creerle), y peor todavía, con el sátiro Marcias, al cual desolló vivo y colgó su piel de un pino sólo porque llegó a sus oídos que su flauta podía competir con su lira (Ramírez, 1987).

Estas características mal parecen compadecerse con su asociación emblemática al principio de equilibrio y armonía evidenciados en la lira y el arte a él asociados, así como a las leyes de convivencia ciudadana de las cuales era patrono, la temperancia de las pasiones, la pureza, la purificación y la suave luminosidad de las apariencias (Montoya, 1982), características particularmente subrayadas por Nietzsche. "Pan métron áriston" ("Todo en su medida es excelente") y "Gnóthi sautón" ("Conócete a ti mismo") son dos lemas fundamentalmente vinculados a él, y diversos posteriores apólogos de la temperancia, tales como los órficos, Pitágoras y Platón, sin contar quizás a la Atenas toda del siglo del oro, se cobijaron en su áureo patronazgo. Otro de sus nombres, Febo (de "Phoibos", de hecho, posteriormente su nombre romano), significa "sacro" y "puro", además de emplearse también para referirse a los rayos del sol (Ramírez, 1987).

Una posible interpretación (mía, aunque no creo particularmente original) es que, una vez que los griegos fueron incorporando en su organización cotidiana la idea de la conveniencia de un orden pluralista y equilibrado, tal como el de la polis (contrapuesto a las rigideces de los grandes estados egipcio y mesopotámico), esta noción, bastante "ecológica" en el sentido moderno, de coexistencia de la diversidad de las partes del todo bajo, al mismo tiempo, un cierto principio unificador que le de cohesión a ese todo pero que no anule a la parte (en gran medida, la lengua griega, y en segundo lugar el panteón olímpico, contenedor por naturaleza de otras divinidades), se volvió inmensamente característica, si no central, de su modo de vida, y este rasgo esencial no sólo se ve posteriormente en la gesta helenizadora de Alejandro y "la Gran Idea", o en la ecumene cristiana, sino todavía hoy mismo en la Grecia moderna, con su natural coexistencia pacífica de corrientes y estratos culturales harto diversos.

Los posibles motivos de esta característica "ecológica" que devino históricamente en símbolo de pluralismo, democracia, humanismo y, por todo ello, libertad (tal como lo considerara el Renacimiento y, luego, el Iluminismo), han sido, básicamente, según distintos autores (y, creo, según el sentido común), la profunda diversidad geográfica que caracteriza cada pequeña zona de este país, las sucesivas y variadas oleadas y mezclas inmigratorias, y las influencias de potentes y sofisticadas culturas vecinas (sobre todo egipcia, fenicia y mesopotámica), con las cuales tomaba contacto sobre todo desde la libre y desapegada vía del comercio marítimo al cual invitaba tanta isla y tanto mar. Indicaciones probablemente muy válidas todas ellas, pero quisiera poner el acento en otra característica casi única de esta zona, también varias veces mencionada, y que es la cualidad de su luz, tan evidente como sutil, y particularmente relevante al tema, dado el patrocinio de Apolo sobre el sol y la luz de la conciencia.

El poeta y premio nobel griego Odysseas Elytis fue uno de los muchos mediterráneos que señaló que, a diferencia de las culturas nórdicas, en las cuales lo trágico y terrible se asocia con la oscuridad, tanto en sentido real como figurado, en el Mediterráneo es la luz omnipresente la que se encarga de simbolizar esos conceptos. Y sobre el carácter particularmente revelador e individualizador de la luz en esa zona, paso a citar a algunos autores de renombre, "enthusiasmados" por su experiencia personal al respecto (Gage, 1987):



"Quienquiera que haya visto alguna vez a Grecia llevará por siempre en su corazón la remembranza de un milagro de la luz."

Walter F.Otto, 1949



"En todo paisaje griego, la luz es el héroe protagonista."

Nikos Kazantzakis



"El país está bañado en una luz tal que el ojo nunca antes contemplara, y en la cual se regocija como si recién despertara al don de la vista. Esta luz es, si bien suave, indescriptiblemente penetrante... Uno no puede compararla a cosa alguna más que al Espíritu."

Hugo von Hofmannsthal, 1923



"En la resplandeciente luz del sol el detalle se destaca con una exactitud estremecedora, tal como aquella que uno ve en la pintura de los muy grandes o los locos. Todo está delineado, esculpido, bocetado... Ves todo en su unicidad característica: UN hombre sentado en UN camino bajo UN árbol... Cualquier cosa que mires es como si la miraras por primera vez... Cada cosa individual existente, sea hecha por Dios o por el hombre, sea fortuita o planeada, se destaca como una nuez en la aureola de la luz, del tiempo y del espacio."

Henry Miller, 1941



Esta característica definidora, propia de la luz solar, se asocia históricamente a Apolo en cuanto dios que desde la distancia señala al hombre cuál es su lugar (Bustos, 2000), su Moira (es decir "la parte que le tocó"), su límite y, sobre todo, su diferencia con los dioses. "Quién es". Así, "a cada cual, lo suyo", y "cada uno es como es" (el "Tat twam asi" védico, "Tú eres eso", el "Yo soy el que soy" hebreo). ¿Tendrá que ver con el "hombre del norte" que le señala al residente dominado "cuál es su lugar"? Hay hipótesis convencidas al respecto (Reyes, 1966). El "orden" de la polis, patriarcal, impuesto gradualmente desde la guerra y en guerra constante con sus vecinos, necesita como referente hijos obedientes (al jefe). No casualmente, como tales, Apolo y Atenea son, no sólo predilectos de su padre Zeus, sino del ciudadano griego en general. Representan ambos bastante bien a la combatividad militar puesta al servicio del señor mediante la mesura del intelecto. La psicóloga junguiana Jean Shinoda Bolen señala que las características de Apolo son las ideales para triunfar en una sociedad patriarcal (Shinoda Bolen, 1989), aunque éso no sea sinónimo de felicidad: a Apolo no le iba nada bien en el amor (Dafne, Coronis, Jacinto...), ya que no había entrega, sino dominio, y lejano (el triste destino de Icaro, e inclusive el de Faetón, son un claro símbolo de "qué parte le tocaba" al que se le acercara o pretendiera reemplazarlo).

Este dominio queda muy bien expresado en la muerte de Pitón (Robert Graves [Ramírez, 1987] lo considera un arribista que fue escalonando puestos hasta implantarse por la fuerza en el oráculo de Delfos), y mi sensación personal es que en el acto por parte del ciudadano griego de tomar a este guerrero asiático y "convertirlo" en símbolo de mesura e ícono "nacionales" (exactamente como, hicieran luego los romanos "domesticando" al salvaje y pendenciero Ares y convirtiéndolo en el noble y recio Marte como espejo de su "ideal del yo"), se refleja a sí mismo en la imagen o idea de Apolo venciendo a ese símbolo ctónico (antes de su llegada era según la tradición un oráculo dependiente de Gea, de la Tierra Madre, y su estructura telúrica ctónica se vinculaba con el camino del descenso al mundo subterráneo), erigiéndose así en el símbolo luminoso del espíritu y del ideal que se eleva por encima de las sombras de las antiguas creencias. Acto plenamente apolíneo, el de la creación de un símbolo que tanto devela como oculta. Todavía hoy en Grecia sigue teniendo fuerza tal imagen a través de la reverenciada omnipresencia del ícono ortodoxo de San Jorge matando al dragón, como pareja apolínea de la Virgen María, patrona actual de Grecia, y continuadora como tal del patronazgo que la diosa virgen Atenea supo tener sobre su capital y su Partenón ("parthénos" = virgen).

Pero lo más interesante es que Apolo, luego de matar a Pitón, evalúa -ayudado por su padre- como negativo dicho acto, e instaura rituales de expiación, simbolizando de aquí en adelante para los griegos la purificación de la mácula ("miasma") de la propia falta, sobre todo el asesinato, aunque también de la "hybris" en general (algo parecido hay en la referencia que hace Kitto (Kitto, 1993) a la "absorción" de un culto pre-apolíneo local, simbolizado en el asesinato involuntario de su amante Jacinto). De allí, símbolo de pureza, de temperancia, del autodominio ideal para la convivencia ciudadana, y al que, de distintos modos y cada vez más hasta llegar a los estoicos, irán apuntando los filósofos, guiados por la luz esclarecedora del dios. Pan metron ariston: la armonía de los opuestos evidenciada luego en la "inclusión" en su propio santuario de Delfos de su, por varios motivos, opuesto polar Dyonisio y las distintas síntesis que irá logrando respecto de éste, su hermano, representadas en su máxima expresión en la tragedia, el orfismo (aunque el culto es básicamente dionisíaco en su origen, Orfeo era hijo de Apolo y la musa Calíope) y, más tarde, el cristianismo (también influido éste por el culto a Asclepio, Mitra y Orfeo). Se irán acentuando cada vez más sus parecidos: el mismo padre, los mismos rizos dorados, la misma eterna adolescencia, las mater tan dolorosas Leto y Semele, las tribulaciones del infante perseguido, el sol que muere y renace -hiperbóreamente siempre igual a sí mismo en Apolo, oscuramente destrozado como Osiris en Dyonisio-, la cualidad inspirada del arte y la música en particular, o el ritual mistérico. Y todo ello sin terminar de disolver los clásicos opuestos tan referidos (por Nietzsche en particular, aunque sin agotarlos): Apolo el disco solar siempre igual a sí mismo, y Dyonisios, con varias referencias a ritos agrícolas matriarcales, su muerte y transformaciones referibles al simbolismo lunar y sus fases (Ramírez, 1987); Apolo imagen, Dyonisio contenido; Apolo el actor, Dyonisio el coro (Nietzsche, 1984); la plástica y la música; la armonía bien temperada de la lira platónica versus el éxtasis peligroso y embriagador de los vientos carnavalescos; la pitonisa, medium de Apolo, con su trance esclarecedor (Dodds, 1999), y la disolución nocturna de la ménade dionisíaca; la purificación "por expulsión" -por ejemplo, la costumbre del "phármakos"- de Apolo "kathartés", y la otorgada por transformación en Dyonisio (Bustos, 2000); la olímpica lejanía uránica de uno y la ctónica cercanía del otro; lo aristocrático versus lo homogeneizadoramente popular; la religión ciudadana civilizadora inculcada vía masculina versus la inculcada en la primera infancia por la mujer, primitiva, "inculta", "preverbal" y "arcaica" (Russell, 1984); la muerte indolora de las flechas de Apolo, y las agónicas convulsiones y sufrimientos -garantía de resurrección- de su par; la mesura y el descontrol; el respeto y la comunión; sacrificio de una parte de la carne de la víctima en el festín ceremonial de encuentro y pacificación con lo divino por un lado, y holocausto total de la víctima, o vegetarianismo a secas, por el otro (Vegetti, 1991); amores desgraciados (ya mencionados) y amores felices (Ariadna); etc. y etc.

Dice el psiquiatra C.G.Jung (Jung, 1982): "El sol, como hace observar Renan, es en verdad la única imagen "razonable" de dios, tanto si nos colocamos en el punto de vista primitivo como en el de la moderna ciencia de la naturaleza: siempre es el dios-padre que anima a todo ser viviente, el fecundador y el creador, la fuente de energía de nuestro mundo. En el sol, como cosa natural que no conoce escisión interna alguna, puede resolverse armónicamente la contradicción en que ha caído el alma del hombre. Y no sólo es benéfico, puesto que también puede destruir; de ahí que la imagen zodiacal del verano ardiente sea el león devorador de rebaños al cual da muerte el héroe judío Sansón para redimir de esa plaga a la desfalleciente tierra. Pero la naturaleza peculiar del sol es que queme, y al hombre le parece natural que así sea. También alumbra por igual al justo y al injusto, y hace crecer igual al ser útil que al nocivo. ... esta reducción y simplificación psicológicas corresponden al esfuerzo histórico de las civilizaciones por unir y simplificar sincretísticamente el número infinito de dioses. Ya intentóse hacerlo en el antiguo Egipto, donde el ilimitado politeísmo de los distintos demonios locales impuso una simplificación. Se identificó a todo los diversos dioses locales con Ra, el dios del sol: verbigracia Amon de Tebas, Horus de oriente, Horus de Edfu, el Knum de Elefantina, el Atum de Heliopolis. ... Un destino semejante tuvo el politeismo helénico y romano a consecuencia de las tendencias sincréticas de los siglos posteriores. ... esos esfuerzos para reducir a unas pocas unidades los arquetipos, que según su multiplicación politeísta y sus divisiones hallábanse desparramados en innumerables variantes y personificados en dioses aislados, ponen de manifiesto el hecho de que ya en tiempos primitivos las analogías se habían impuesto materialmnete. ... Frente al afán de imponer la unidad, encontramos siempre una tendencia, si cabe más fuerte aun, a restablecer de nuevo la pluralidad, de suerte que incluso en las religiones llamadas estrictamente monoteístas, por ejemplo en el cristianismo, la tendencia politeísta demostró ser irreprimible."

En el siglo V A.C. y en boca de Píndaro (Píndaro, 1995), los dardos de Apolo ya no matan ("...y tus dardos embelesan también las alas de los dioses, gracias a la pericia del hijo de Leto y de las Musas de apretada cintura"). Belleza, orden y armonía celeste, pitagórica, de los astros danzando alrededor del sol, cada uno "en la esfera que le corresponde". Para realizar este suave concierto hubo una larga cadena de crímenes, como en la saga de los atridas, pero ya no reinan las Erinias, sino el toque purificador del laurel. El idealmente admirable mundo de Pericles, Alejandro, Augusto, Adriano, Marco Aurelio y Juliano, con sus valores inclusivos, y por tales, deseables, son la base de crímenes futuros, tal como bien lo viera Nietzsche: en la fábula hipnotizante del "Rey León" de Disney, se nos enseña que el "orden ecológico", el "nuevo orden" basado en "leyes arquetípicas", marca un lugar de privilegio para el león, y que es su función en "la cadena ecológica" devorarse alegremente al resto de los animales y reinar sobre ellos, porque si no las sucias hienas destruirán el sistema. Fábula bellamente contada, dotada de la magia de la persuasión del arte y la propaganda que, homéricamente, "se ve" por todos lados. Pero será que ya no somos tan ingenuos como entonces: mientras el protagonista, tirado en el pasto, mira reflejarse en las estrellas su destino, otro Rey músico, de dorada cabellera y nacido bajo el signo astrológico del León, lanza sus dardos lejanos y mortíferos sobre Kosovo y Kwait ("el que hiere de lejos"), mientras las imágenes del productor por antonomasia de imágenes, la televisión, nos hace creer que mueren sin dolor y con una sonrisa en los labios (¿pero es que alguien muere bajo el sol del "pensamiento único"?). Y sin embargo, la lúcida denuncia de Nietzsche a lo peor de nuestros valores "apolíneos" no lo exime, tampoco, de haber sido -aunque distorsionado- un óptimo receptáculo de valores quizás más atroces, tal como fueron los del nazismo alemán, o de que, según mi experiencia personal (básicamente en el ámbito teatral), quienes más he visto llenarse la boca clamando -como él- por "lo dionisíaco" para la sociedad, son personas que en sus modos y estilo de vida parecieran representar, por lo general, exactamente lo contrario.

Quizás justamente el valor para mí más atrapante y profundo de la cultura helénica y de su cifra (Bustos, 2000), Apolo, sea el carácter abarcativo de lo ambiguo y paradojal, arco y al mismo tiempo lira. Contemporáneo a Pitágoras, precursor del patronazgo que le supondría Apolo a la filosofía griega, se halla en la India el Buda Gautama. En la posterior evolución que tuvo su doctrina en el extremo oriente, en el Zen, es central la noción del arquero y el arco como vía de iluminación (Herrigel, 1982), y es, por otro lado, tradicional la anécdota por la cual un hito fundamental de la realización del propio Buda se dio cuando escuchó a un músico decirle a su discípulo respecto de la cuerda de la lira: "Si la tensas mucho, se rompe; y si no la tensas, no suena". Como con la Diotima de Platón, el meollo pareciera estar en "algo intermedio entre los dos". Esta, no ambigüedad, pero sí delicadísimo equilibrio que comporta el verdadero entendimiento, evidenciado en la sutileza y el heroico "riesgo" (Bustos, 2000) inherentes a la adecuada interpretación de los oráculos délficos, se me presentan como característicos de todo símbolo, mundo del cual Apolo se ofrece como "símbolo" principal: símbolo del símbolo, la cultura como síntesis creadora de lo natural, despojándola de su naturaleza original (y por lo tanto "matándola", desde el punto de vista dionisíaco), pero otorgándole nuevas dimensiones, no por ello menos sagradas (en la Ilíada se asienta culturalmente la fluida unión helénica -y sobre todo apolínea- entre arte y religión).

Mundo deseable por ecológico y porque supo contener a su opuesto Dyonisio sin matarlo de nuevo, y que muestra descaradamente sus defectos y limitaciones bajo la luz del sol y mediante la clara pátina ocultadora del símbolo. Es lo que es. Si el único rasgo "moral" del dios homérico es la consecución a ultranza del rasgo que lo caracteriza ("Todo cuanto existe desea persistir en su ser", Spinoza), y, por emulación, en el hombre "superior", el mostrar su Areté, ser él mismo aceptando su Moira gracias a la revelación del adivino, quien lo instala en el campo heroico (y trágico) del que conoce, del filósofo (Bustos, 2000); si conocer es re-conocer, como creía Platón, y la verdad, un mero desandar los meandros del Leteo (a-lhtheia [Bustos, 2000]), la maternidad de Mnemosinh sobre las nueve musas de Apolo, es decir, la facultad de la memoria a la cual invocaban los aedos al comenzar su lírica (Dodds, 1999) y que el artista homérico se encargó de personificar para los griegos, el principio de identidad que pervive recreándose en el tiempo, se me aparece evidenciada en la cultura helénica como un todo, y ésto respecto de la modernidad. Y en Apolo, su númen tutelar, como un arquetipo todavía hoy, y por todo lo dicho, tan temible como deseable. Personalmente, y como dijera otro poeta griego (también premio nobel), Giorgos Seferis, "Ópu kian páo, i Eláda me pligóni" ("Vaya a donde vaya, Grecia me hiere"). Como Apolo.

Jerónimo Brignone (Junio 2000)



Bibliografía referida:



BUSTOS, Carlos, apuntes tomados de sus clases, materia Filosofía, cátedra Abraham, marzo a mayo 2000

DODDS, E.R., Los griegos y lo irracional, Alianza Editorial, 1999, Cap. III

Enciclopeadia Britannica, Edición 1971, "Apollo"

GAGE, Nicholas, Hellas, a portrait of Greece, Editorial Efstathiadis, 1987. Cap. I "Land of Light"

HERRIGEL, Eugene, Zen en el arte del tiro con arco, Editorial Kier, 1982

HOMERO, La Ilíada, Editorial Alba, 1998, trad. Juan Manuel Rodríguez, Canto I, verso 37 y ss.

KITTO, H.D.F., Los Griegos, Eudeba, 1993, Cap. XI "Mito y Religión"

JUNG, Carl Gustav, Símbolos de transformación, C.G.Jung, Paidós, 1982, Parte I, Cap. V; Parte II, Cap. I

MAVROMATAKI, Maria, Mitología Griega, Ed. Xaitali, 1997

MONTOYA, Pedro F., Grecia: El Despertar de la Inteligencia, Editorial Argenta Sarlep, 1992, Cap. IV "Mitología"

NIETZCHE, Friedrich, El nacimiento de la tragedia, Alianza Editorial, 1984. Cap. 2, 16 y 19

PARKER, Robert, La religión griega, 1980, (fotocopia)

PINDARO, Odas, Pítica I (470 A.C.), Ed.Planeta 1995, trad. Alfonso Ortega, versos 12 y 13

RAMIREZ, Amalia, Dioses y Planetas, Arbor Edit., 1987

REYES, Alfonso, Obras completas, Fondo de Cultura Económica, 1966, Vol. XVIII, "Estudios Helénicos", Cap "Hipócrates y Asclepio"

RUSSELL, Bertrand, Historia de la Filosofía Occidental, Bertrand Russell, Espasa-Calpe, 1984, Tomo I

SHINODA BOLEN, Jean, Gods in Everyman, Jean Shinoda Bolen, M.D., Harper & Row, Publishers, 1989. Cap. 6 "Apollo, God of the Sun"

SOFOCLES, Oidípous Tyrannos, Kaktos, 1993, estrofa 1330

SOFOCLES, Las Siete Tragedias, “Edipo Rey”, traducción de Angel Ma. Garibay, Editorial Porrúa, 1994

VEGETTI, Mario, Cap. VIII, "El hombre y los dioses", El Hombre Griego, Jean-Pierre Vernant y otros, Alianza Editorial, 1991


Fuente: http://www.jbrignone.com.ar/apolo.html