El mundo después de la pandemia es otro totalmente diferente y al mismo tiempo ha vuelto espiritualmente a sus raíces.
Al menos desde esta parte del mundo se siente un gran anhelo de la felicidad del cambio; atrás quedó la época del terror, del miedo, la zozobra, la inquietud, la incertidumbre, la inseguridad.
Hemos visto cómo la Tierra se ha vuelto como una fiera con el clima, el deshielo en los polos es sólo un síntoma más de toda esta locura climática que nos ha tocado vivir a todos. Ahora el cambio climático se ha quedado 24 horas al día los 365 días del año, y en todas partes del mundo.
Vivir es peligroso en un mundo así, sólo abogamos por un mundo más justo, con menos guerras y más comida para la gente, con menos prejuicios y mayor seguridad social. Debemos reinvertir el dinero captado por el Estado: en educación, salud, vivienda, vestido, lo básico, medicinas, agua potable, salubridad, energía, vacunas, etcétera.
El mundo y el clima del mundo nos han dado una nueva oportunidad para resurgir, debemos aprovecharla y no desperdiciarla. Esa es nuestra tarea. Pero, ¿para qué resurgir? ¿Cuál es el motivo del resurgimiento? ¿Cuál es el propósito ulterior del resurgimiento?
Nuestra tarea es dejar bien sentado que la sociedad siempre será así si pensamos del mismo modo, que si se piensa de otro modo, todo cambiará y será diferente. Una cosa es la sociedad y otra diferente la humanidad.
Cada vez más nos urge vivir con menos cantidad de prejuicios, menos violencia, menos agresividad, mayor nivel de paz, de tolerancia, resignación, estoicismo, y valentía ante los nuevos desafíos del siglo XXI.
Si no hay nadie que haga el trabajo, tenemos nosotros que ayudar a hacer el trabajo que hay que hacer. La humanidad demanda obreros del pensamiento, trabajadores del conocimiento, líderes del nuevo milenio.
Los cambios del mañana se basan en las rupturas que hagamos hoy con los paradigmas del ayer.
Sócrates (editor del blog)