Una idea de Roger Caillois (1913-1978)
Sobre el concepto de la pureza y la impureza
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Roger Caillois (1913-1978) |
Sobre la pureza e impureza, basta pensar en la pubertad de la mujer, y cómo en algunas sociedades se la aparta de su vivienda natural, siendo confinada en un pequeño cuarto, especialmente construido para purificarla de su mancha. O a la parturienta, en el momento de dar a luz, sobre todo si es el primer hijo.
En todo caso, cuando se trata de la menarquía o las menstruaciones primeras, se aísla a la mujer preferiblemente sin tocar el suelo y sin que el sol la ilumine con sus rayos, de modo que ella no contamine la tierra ni a su comunidad.
No solamente las menstruantes, ni las parturientas sino también los guerreros que vienen de una faena sangrienta.
Sea que hayan matado un animal, sea que hayan matado una persona; donde haya derramamiento de sangre, hay contaminación de la pureza, de la santidad, de las fuerzas benéficas del mundo. Por tanto, todo aquello que encierre impurezas, tales como sangre, excrementos, inmundicias, cadáveres, deben ser absorbidas por un sacerdote, por alquien a quien se le considera sagrado, puro.
De tal forma que en algunas sociedades, cuando hay un individuo que ha roto con la legalidad del mundo de la justicia, sea por cometer asesinatos, sacrilegios, profanaciones de lo sagrado, este ser no debe ser muerto por la comunidad directamente. Son diversas las formas de llevar a tal individuo a expiar sus culpas.
Una de estas formas es dejarlo solo y mar adentro en un esquife que hace agua por todos lados, en otras culturas esto se hace atándole las manos para asegurar que la culpa no recaiga sobre la comunidad. El Levítico en este sentido es claro, se expían las culpas del transgresor mediante la muerte de un animal, como puede ser un toro o novillo. De aquí surge la idea del chivo expiatorio, al menos es una de las referencias escritas más antiguas que conocemos en Occidente.
El sacerdote, luego de muerto el animal, despedaza y bota fuera del campamento (vale decir, alejado del sagrado templo de Dios) los restos e impurezas del animal. Sólo él está en capacidad de hacer esto, ya que por su santidad puede absorber sin maleficio las culpas que han sido proyectadas por el transgresor en el animal.
Todo esto podría ser, para mí, un buen comienzo para el análisis de la tragedia Antígona de Sófocles, que se ha convertido en santa o “hagia”; esto es, sagrada, debido a la mancha con que se contaminó al tratar el cadáver de su hermano Polínices.
Autor: Sócrates Adamantios Tsokonas. Reseña escrita en base a un pasaje del libro de Caillois.
Para ver información detallada, revisar en el libro de Roger Caillois, llamado El hombre y lo sagrado, la parte sobre la pureza y la impureza.
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