Fabricación de las armas. LA ILÍADA

CANTO XVIII Fabricación de las armas LA ILÍADA Trad. Luis Segalá y Estalella 1 Mientras los troyanos y los aqueos combatían con el ardor de abrasadora llama, Antíloco, mensajero de veloces pies, fue en busca de Aquiles. Hallóle junto a las naves, de altas popas, y ya el héroe presentía lo ocurrido; pues, gimiendo, a su magnánimo espíritu así le hablaba: 6 -¡Ay de mí! ¿Por qué los melenudos aqueos vuelven a ser derrotados, y corren aturdidos por la llanura con dirección a las naves? Temo que los dioses me hayan causado la desgracia cruel para mi corazón, que me anunció mi madre diciendo que el más valiente de los mirmidones dejaría de ver la luz del sol, a manos de los troyanos, antes de que yo falleciera. Sin duda ha muerto el esforzado hijo de Menetio. ¡Infeliz! Yo le mandé que, tan pronto como apartase el fuego enemigo, regresara a los bajeles y no quisiera pelear valerosamente con Héctor. 15 Mientras tales pensamientos revolvía en su mente y en su corazón, llegó el ...