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Mostrando las entradas de diciembre, 2009

Acerca de la palabra Aletheia

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Griego antiguo Traducimos habitualmente alétheia por verdad, que el término verdad es la versión latinizada de la palabra griega aletheia, la traducción del griego a lo romano según una muy determinada comprensión del ser: la de su olvido. Este olvido ontológico se refleja en una errada y vacía relación con el ser. Al mismo tiempo el lenguaje que nombra lo que es en tanto que es, se desvirtúa, cae fuera de su elemento y ya no habla. La palabra al perder su referencia al ser, se pierde a sí misma. Esta traducción no fue, entonces, un mero e inofensivo vocablo de un código a otro, donde sólo estarían en juego diferencias fonéticas y morfológicas. Fue parte de un proceso de desfiguración de lo griego, donde alétehia y otras palabras fundamentales del decir filosófico perdieron su contenido originario y su referencia esencial a la cosa. Dicho de otro modo: la consideración del lenguaje como instrumento de expresión y comunicación, regido por una gramática lógica para la cual el ser se ha

Termina restauración de entrada a la Acrópolis

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Associated Press. 21 de diciembre de 2009. El ambicioso programa de restauración de la entrada monumental al conjunto arqueológico de la Acrópolis, de 2.500 años de antigüedad, fue completado exitosamente, informaron las autoridades griegas el lunes. El proyecto de siete años de duración alargó el techo del antiguo edificio de mármol, conocido como Propylea, que en los tiempos antiguos servía como vestíbulo de la Acrópolis, precisó el ministerio de Cultura. Fueron retirados 255 bloques de mármol del monumento para que los expertos pudieran retirar placas de metal usadas por otros restauradores que comenzaban a oxidarse, lo que había llevado a múltiples fisuras en la estructura, agregó. La Propylea es el único monumento de la Acrópolis de Atenas que mantiene grandes secciones de su antiguo techo. El conjunto arqueológico está siendo restaurado en general y se espera que las obras duren más allá de 2020.

Espartanos: una vida dedicada a la guerra

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A los pies del monte Taigeto, en el Peloponeso, se alzaba la orgullosa ciudad de Esparta. Sus ciudadanos, educados con extrema dureza, perdían cualquier atisbo de individualidad para convertirse en guerreros ímplacables, cuyo único objetivo era combatir por su patria hasta la muerte. Una sociedad cuyos miembros eran educados desde niños para combatir, y cuyos ciudadanos sólo tenían como ocupación la guerra. Esto era Esparta: un Estado que hacía de cada hombre un soldado. La fiereza de los espartanos, su valor, su frugalidad y ese orgullo de hombres libres descendientes de los hijos de Heracles se convirtieron en modelo de radicalidad moral y de sometimiento de los ciudadanos a las leyes y costumbres de su ‘polis’, su ciudad. Esparta era una sociedad fuertemente cohesionada por una vida de cuño militar y una estricta educación, en la que los niños abandonaban pronto el núcleo familiar para tomar conciencia de su pertenencia a una ciudadanía igualitaria y solidaria a la que, llegado el c