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Chrisóstomos Tsokonas (1913-1940), un Archimandrita heroico

Traducido del griego por la Dra. Cristina Tsardikos 

Sobre los grandes personajes de nuestra iglesia: mártires, conversos, padres, maestros, se han escrito muchos libros valiosos y eternos. Han vivido sin embargo, sobre la faz de la tierra, presencias luminosas, que no fueron conocidas por las generaciones posteriores y que su mensaje no ha podido llegar a todos los recodos de la Ecúmene. 

 

Existen santos desconocidos, invisibles, muchas veces anónimos, que dieron sentido, significado y belleza a la vida de los hombres.

Una de estas personas, ha sido el Archimandrita Chrisóstomos Tsokonas.

Christos Tsokonas, ese es su nombre terrenal, nació en Delvinaki en el Épiro, el 8 de Mayo de 1913. Sus padres, Teologo y Uranía, fueron personas humildes y respetables. Finalizó con excelentes calificaciones la escuela primaria en su pueblo y el 4 de Octubre de 1926, viajó con su madre y su hermana menor a Constantinopla, donde ya se encontraba su padre y sus hermanos mayores, obligados por la pobreza que enfrentaban en su pueblo. Allí, se inscribió en la escuela central de varones de la Colectividad de Halkidona, y a continuación inicia su seminario en la escuela Teológica de Halki, donde extiende sus estudios hasta el año 1936.

A los 23 años, abraza la vida monástica (ingresa en el monasterio de Bella en 1936) recibiendo el nombre eclesiástico de Chrisóstomos. Así, se transforma en un teólogo, clérigo y monje con una gran amplitud de pensamiento y una vasta educación. Domina el idioma turco y el francés, sin hacer jamás alarde de sus conocimientos.

En Octubre de 1937, llega a la isla griega de Lefkada como párroco. En nuestra isla, vive tres años, los que fueron años de acción e intenso ejercicio espiritual. Se transforma en soldado de la verdad y de Cristo. Su vida mística, es una vida de oración, entrega, y estudio espiritual de la Santa Biblia. Mantiene correspondencia con su familia, lo que le otorga paz en el alma.

La noche del 13 de Julio de 1940, en la plaza central de Lefkada, despide a su rebaño. Expresa, su gran pena por la separación, consuela a sus pequeños alumnos de catequesis, y dirige la atención de la gente a la guerra, hacia la desgracia que vive Europa, resaltando que esta desgracia es el resultado de la distancia del hombre con Dios. Agradece a todos los leucadios por el amor que le han demostrado y concluye sus palabras con una oración por la paz del mundo y la salvación de nuestra patria. Rodeado por el amor y las bendiciones de su grey, algo que nunca olvidó, partió hacia Ioánnina. Graves problemas de salud que lo acosaban y el traslado del metropolita Dimitrios a la Metrópolis Driinupóleos Pogonianís y Konitsas, que apreciaba al padre Chrisóstomos, fueron las causas de su traslado. 

El 25 de agosto de 1940, el padre Chrisóstomos Tsokonas, asciende al segundo grado jerárquico de la iglesia, recibiendo el titulo de Archimandrita, a la temprana edad de 27 años. Su ordenación se realiza en la Metrópolis de Ioánnina, luego de la decisión del Santo Sínodo a través del cual, tanto él como otros clérigos debían ser sacerdotes en el ejército en los centros de reclutamiento que se preparaban para la defensa del suelo patrio.

Los primeros días de la guerra del 40, encuentran al padre Chrisóstomos en el Regimiento 40 de Euzones de Arta, con el grado de teniente. Difícil la vida militar para el monje, acostumbrado a la vida de oración y de crecimiento interior, para un hombre sensible y con problemas de salud.

El heroico final del padre Chrisóstomos Tsokonas (1913-1940)

La noche del sábado 14 de Octubre, llega a Despotikó en el Épiro junto al Jefe del Regimiento y algunos militares. A partir de este momento escribe su diario militar, a través del cual logramos conocer los hechos. En Despotikó, comienza su verdadera misión evangélica.: visita las trincheras, las cuales se encuentran dispersas en un amplio radio kilométrico, conversa con los soldados, los conduce a la confesión y a la Santa Comunión. Predica la Santa Palabra. Los domingos y en sus sermones vespertinos, hace catequesis a los más pequeños y confiesa a los campesinos.

 

Su diario en paz, de estos primeros días, concluye el 16 de Octubrecon una plegaria. Volverá a escribir el 4 de Noviembre, en medio del horror de la guerra y el infierno de las armas. Desde la mañana a la noche los puestos griegos, son arrasados por la aviación enemiga. Corre de trinchera en trinchera, de parapeto a parapeto. Ayuda, consuela, da valor, confiesa a nuestros soldados. Donde encuentra iglesia, improvisa una misa o una oración para solicitar la piedad divina sobre las fuerzas griegas. Lo atraviesa la razón de nuestra lucha, y la injusta y asesina actitud del enemigo. Como oriundo del Épiro, sufre viendo cómo el enemigo aplasta y somete a su pueblo.

Desde el 14 al 20 de Noviembre, vuelve a escribir en su diario y describe los hechos de cada dia, con todos los problemas, las dificultades y el peligro cotidiano. Cierra el relato de cada día, siempre con la misma frase: Dios mío, hazme útil al que sufre.

Su vida terrenal dura unos 5 días más. Sin que medie comunicación alguna en su diario. Tal vez, haya escrito en hojas sueltas que se perdieron, o no se lo haya permitido hacer la situación reinante.

Volvemos a encontrar al padre Chrisóstomos Tsokonas el 25 de Noviembre de 1940, ya muerto, en la frontera, cerca del pueblo Peristeri de Pogoníu. No llegó a disfrutar las grandes hazañas de nuestro ejército. Conocemos sobre las condiciones de su muerte por otras personas que estuvieron cerca como el médico Dimitrios Trugkos o el criador Chrisóstomos Kostas de Agrinio. Según el relato de ambos, la mañana del 25 de Noviembre, la región próxima al pueblo Peristeri, recibió el ataque de 4 o 5 aviones. Su objetivo era destruir el telégrafo del ejército que se encontraba cerca. Allí, sin embargo se encontraba el padre Chrisóstomos, quien se refugió bajo un árbol de peras silvestres, delgado como estaba, en cuclillas sobre sus piernas. La bomba cayó a su lado. Una esquirla le amputó la pierna y otras 3 o 4 perforaron su tórax. La misma noche, lo encontraron los griegos, que con lágrimas y dolor lo acompañaron a la capilla que estaba en las afueras de Peristeri y lo enterraron.

La Santa Metrópolis de Driinupoleos Pogonianís y Konitsas, erigió en su honor la nueva sepultura que se encuentra hoy en su pueblo, Delvinaki. 

El padre Chrisóstomos Tsokonas, fue una de las más santas y respetables existencias de nuestra iglesia, porque fue centro de su vida, su amor por Jesús. Fue un hombre poseedor de todas las virtudes necesarias en un pastor de almas humanas. Humilde, medido, centrado, conocedor de los textos de nuestra iglesia, un ejemplo vivo para todos nosotros, a pesar de haber partido hacia los reinos celestiales, a la escasa edad de 27 años. 

Tengamos todos su bendición. 

Del libro: En la huella de aquel, Ediciones del Santo Monasterio de Faneromeni Lefkada. 


Fuente:

http://www.pemptousia.gr/2015/12/chrisostomos-tsokonas-1913-1940-enas-iroikos-archimandritis/

http://www.pemptousia.gr/2015/12/to-iroiko-telos-tou-p-chrisostomou-tsokona-1913-1940/

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