ZORBA COMO CATARSIS Y LIBERTAD
El final de este libro me dejó un tanto triste. Pero junto con Camus, Kazantzakis sorprende por su extraordinaria narrativa, su pleno dominio del lenguaje, su magnífica prosa llena de poesía, a veces por su sentido del humor, del que no está exento el libro.
En este libro se hacen presentes varias dualidades; tales como: la dualidad entre el aprendiz y el maestro, muy obvia de por sí pero hay que señalarla; entre el joven y el sabio; el patrón y el obrero; el intelectual y el pragmático; entre aquel que no ha decidido nada y este que ya ha resuelto su vida. La dualidad se patentiza aún más entre decidirse por dos caminos o tomar uno tercero alternativo: entre el intelectual que lee la vida en libros; y Zorba que vive la vida aquí y ahora, con todos sus riesgos.
Alexis Zorba realiza el milagro de romper con la brecha generacional entre él y el joven, nuestros protagonistas en el libro; y Zorba acerca a este joven narrador a la madurez emocional, mientras que Zorba se hace más sabio en la medida que enseña con el ejemplo propio valores como la paz, la aventura, la libertad, la dignidad y la justicia. Al igual que la alegría de vivir propia del pueblo griego, el pensar con el cuerpo y la dialéctica que se da entre narrador y maestro demuestran la sagacidad de los humildes y el diálogo franco, abierto y sincero.
Zorba vive la pasión en su más amplia acepción y cómo esa pasión va mudando la forma de pensar del narrador transformándolo en hombre, en verdadera humanidad; aprendida mediante la convivencia con nuestro inolvidable personaje: Zorba.
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Nuestro autor griego, el cretense universal |
Zorba como catarsis del alma
La libertad como meta última del ser humano
Zorba el griego, sin lugar a dudas, representa la libertad en su más amplia acepción. No solo eso. Él es un liberador del espíritu humano. Su accionar en la novela homónima se conecta directamente con la catarsis del hombre, del ser humano. La humanidad entera debe mucho a la catarsis que produce un personaje como Zorba, tanto en el plano de la ficción como en el plano objetivo de la realidad. En el narrador de esta novela opera una purificación increíble del alma. Este intelectual va transmutando su forma de pensar y su visión del mundo. Pero ello no ocurre gratuitamente. Aquí es donde entra la acción catártica de Zorba. Recuerdo ahora aquel pasaje de la novela Zorba el griego en donde este personaje inolvidable cuenta cómo se ha curado de las ganas de comer fresas. Simplemente las come hasta quedar lleno de asco, con desesperación, hasta quedar tan lleno de fresas que le produzcan repulsión. Es una forma muy sabia de ejercer una catarsis que Zorba emplea para cualquier cosa en la vida. Y así lo entiende el narrador de la novela, el joven que acompaña a Zorba en la aventura de buscar lignito en un pueblo de Creta.
Pero, así como pudo ocurrir en ese pueblo, esta relación de amistad pudo haber ocurrido en cualquier lugar del mundo. Asi, a Zorba le ocurre con el alcohol, las mujeres y la libertad, sin llegar nunca a asquearse de estos tres. Pero él cura, libera y redime a su joven amigo de la intelectualidad infértil, improductiva, vana, estéril, vacía. Zorba le infunde el gran deseo por la libertad y lo cambia para siempre. Esa es la cuerda que todos tenemos y que nos ata, mientras esta sea más larga más esclavos seremos. Necesitamos liberarnos de las ataduras terrenales, tenemos un solo deber, un deber inexorable como seres humanos: ser libres. Tenemos que hacer que la cuerda que nos ata sea cada vez más corta. No podemos aspirar a un reto más grande que este. La libertad como bien supremo. Ella no nos cansa ni nos saciaremos jamás de ella, aunque saciarnos de libertad, de liberación, sea quizá la meta última de cada ser humano.
En este sentido, Kazantzakis, si relacionamos un poco su vida con su obra más conocida (Zorba el griego), se libera primero de una postura nacionalista, después de su postura socialista; hasta llegar por fin a la trascendencia universal del espíritu. Zorba encarna esto y mucho más. Quizá este deseo de Kazantzakis se cumple, así como para Nietzsche el superhombre debía trascender al propio ser humano hasta llegar mucho más lejos en su evolución.
Sócrates Tsokonas
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