Imperio bizantino
El imperio bizantino fue una de las civilizaciones más importantes de la historia, que se extendió por más de mil años desde el siglo IV hasta el XV. Fue la continuación del Imperio romano de Oriente, que se separó del de Occidente en el año 395. Su capital era Constantinopla, la antigua Bizancio, una ciudad estratégica que conectaba Europa con Asia y el mar Negro con el Mediterráneo. El Imperio bizantino se consideraba el heredero de la cultura y la tradición romanas, pero también incorporó elementos griegos y orientales. Su religión oficial era el cristianismo ortodoxo, que se diferenciaba del catolicismo romano en varios aspectos doctrinales y rituales. El Imperio bizantino tuvo una gran influencia en el arte, la arquitectura, la literatura, la filosofía, el derecho y la ciencia de su época y de las posteriores. Algunos de sus logros más destacados fueron el Código de Justiniano, una recopilación de leyes romanas; la Hagia Sophia, una majestuosa basílica que es considerada una de las maravillas del mundo; y la preservación y transmisión de los textos clásicos griegos y latinos. El Imperio bizantino también tuvo que enfrentar numerosos desafíos y amenazas externas, como las invasiones de los pueblos germánicos, los árabes, los búlgaros, los normandos, los turcos y los cruzados. A lo largo de su historia, el Imperio bizantino perdió y recuperó territorios, pero nunca pudo volver a su máxima extensión, que alcanzó bajo el emperador Justiniano I en el siglo VI. El Imperio bizantino llegó a su fin el 29 de mayo de 1453, cuando los otomanos tomaron Constantinopla después de un largo asedio.
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